Al desarrollar una red vial es fundamental que se entienda el concepto de integralidad de la red vial nacional, en particular, la red vial estratégica. Esto quiere decir, que los proyectos deben diseñarse pensando en la interconexión de las vías, su impacto en la mejora de los indicadores de servicio de una región y no de forma aislada. Precisamente esto es lo que no se ha hecho al planificar los proyectos que constituyen la red vial costarricense. Ejemplo de esto son las autopistas principales como la General Cañas, la Florencio del Castillo, la Braulio Carrillo y la concesión San José-Caldera (R27), que no tienen interconexión entre ellas, y que solo en el caso de la ruta 27 se conectan con el aún inconcluso anillo de circunvalación. Este fenómeno tiene un efecto altamente negativo en la operación del sistema de transporte costarricense que no ofrece alternativas de viaje mas directas que no impliquen que toda la carga y viajes en general, atraviesen la ciudad de San José.
Otro concepto que se debe asentar
en la planificación de obra vial es el de proyecto
completo. Esto quiere decir que los proyectos no pueden quedar sin
conexión entre ciudades, pueblos o con la red vial estratégica. Es el concepto
de no “ir a poquitos”, repartiendo fondos de forma inconsistente solo por
cumplir con compromisos de corto plazo. Por ejemplo, proyectos tan loables como
Rincón-Puerto Jiménez, Sabalito-Las Mellizas o Sifón-La abundancia no tienen
una conectividad clara con ciudades o la red vial nacional estratégica,
quedando básicamente aislados y generando poco impacto en la operación de redes
regionales y la nacional. Por lo tanto, los efectos de proyectos como los
citados se circunscriben al ámbito meramente local, y aportan poco valor estratégico a nivel nacional. Esto no
quiere decir, que dichos proyectos no fueran importantes, sino que debieron ser
planificados con una visión de mayor integralidad vial. Así las cosas, en caso
de que no existiera recurso financiero para conectar dichos proyectos con la
red vial estratégica, sí se debieron planificar y diseñar dichos corredores de
interconexión, asignarles fondos y construirlos en un tiempo razonable.
Además, el proyecto vial debe contar con todos los elementos para que la obra tenga una adecuada funcionalidad: Espaldones, pintura, drenajkes, sub-drenajes, cunetas, alcantarillas, contracunetas, barreras de contención lateriales y central, entre otros elementos. Aquella idea de que solo hay que tapar los baches o dejar de lado obras tan importantes como la demarcación, no se puede seguir permitiendo.
También, la red vial se debe entender como un sistema. De nuevo,
y sin caer en redundancias, los proyectos carreteros deben contribuir integralmente
a mejorar la competitividad y calidad de vida de los ciudadanos. Esto implica
que de acuerdo con una planificación sistémica, se elevaría el nivel de
servicio de nuestra red estratégica para cumplir con algunos estándares que el
país debe asumir si se quiere salir del tan deshonroso lugar que se ocupa
actualmente a nivel mundial en el área de infraestructura. Ejemplos de estos
estándares podrían ser alcanzar velocidades promedio de 110 km/hr en la red
vial estratégica, eliminación de intersecciones y semáforos en las ciudades y
pueblos que atraviese, de modo que se pueda transitar por toda la red
estratégica sin interrupciones, diseño adecuado de puentes, seguridad vial,
obras de drenaje, de estabilidad de taludes, etc que garanticen el servicio de
dicha red de forma ininterrumpida. Esto implicaría una planificación
presupuestaria basada mayormente en criterios técnicos y no de corto plazo. Una
vez más se debe mencionar que la priorización no consistiría simplemente en
repartir recursos por todo el país, sino en invertir en una red vial
estratégica definida técnicamente y con base en un consenso nacional, y de ahí
proveer para el desarrollo de las diversas regiones. Un ejemplo de esto es la
planificación, desarrollo y construcción de proyectos hidroeléctricos. En este
caso, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) no asigna fondos
irracionalmente a los diversos proyectos que tiene en ejecución. Las hidroeléctricas
no se desarrollarían por completo si se le diera la casa de máquinas a un
proyecto en el norte del país, y la tubería de alta presión a los proyectos del
sur. Un desarrollo de este tipo sería inconcebible ya que los proyectos nunca
estarían completos para el suministro eléctrico. Haciendo historia, se puede
recordar una anécdota, que después de la inauguración de un proyecto vial en el norte de Costa Rica
que había quedado sin conexión con el resto de la región, se le consultó a un
funcionario del MOPT ¿cuándo se iba a conectar la carretera con la ciudad mas
cercana, y su respuesta fue que ya se le
habían girado muchos recursos al norte, y que el dinero restante se iba a
repartir en la región sur. A la fecha, dicho proyecto no se ha terminado. Este
tipo de asignación de recursos, basada en criterios de corto plazo, ha
provocado el rezago en el desarrollo de la red vial costarricense.
De acuerdo con la explicación
anterior, es necesario que los nuevos proyectos viales por desarrollar giren o
“pivotéen” alrededor de las obras más importantes que se están desarrollando
actualmente, a saber: Sifón-La Abundancia, Chilamate-Vuelta de Kopper y
Cañas-Liberia. De esta manera la Administración activa sería consistente con
sus proyectos más ambiciosos y se le
daría el concepto de sistema a los trabajos viales por venir.
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